martes, 17 de noviembre de 2015

La noche del alma del mundo

           (Imagen: Ole Salomonsen Photografy)



Acércate, amor mío,
y déjame sentir tu calidez.

Seamos
un fuego el uno para el otro
en la noche que se acerca.

En la noche del alma del mundo
que cae sobre nosotros.

La luz que creímos nuestra
para siempre
desaparece
como si no hubiera existido,

y una tiniebla densa
se levanta
desde los corazones de los hombres,

desdibujando el mundo
que hemos perdido.

Acógeme en tus brazos,
amor mío,

dibuja
con tus manos
un refugio pequeño
para mi alma.

En la creciente oscuridad
vagan hombres y mujeres,
recelando
los uno de los otros,

enfermos de terror
y falta de esperanza.

Por eso, amor mío,
déjame sentir tu bondad.

Déjame
descansar en la fuerza
de tu sencilla humanidad.

Seamos
una llama encendida,
para nosotros
y los que quieran acercarse.

Seamos
un poco de calor,

hasta que se consuma
todo el dolor
de la noche del alma,

la herida envenenada
del corazón de nuestro mundo,

Hasta que llegue, paso a paso,
por el sendero de los tiempos,
una nueva medida
de humanidad,

una nueva
mañana
de la tierra,

un tiempo nuevo

a cuya luz
podamos
construir.

(Amelia de Sola)